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Reinventando a la familia

  • Foto del escritor: Jose M. Saavedra Chimal
    Jose M. Saavedra Chimal
  • 11 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

En México, uno de los valores principales, es el amor incondicional a la familia, sin embargo, es algo un poco contradictorio en aquellos casos donde la familia pueden llegar a ser abrumadora, grosera y en su mayoría, hipócritas. No me refiero a que siempre sea el caso, pero el tema es que, desde chicos, nos inculcan el amar a nuestras familias incondicionalmente, y cuando decidimos que no los queremos, por x o y razón, somos rechazados y reprendidos. No querer a alguien de tu familia, o incluso a toda ella, no es algo negativo, porque nadie está obligado a querer a nadie, y mucho menos si esas personas te han herido.

¿Por qué tengo que querer a alguien sólo porque estoy emparentado a él? Si alguien no me cae bien, puedo sacarlo de mi vida, y mis padres no deberían de obligarme a seguir viéndolo, o eso es lo que debería de ser. En realidad, lo que pasa es que las familias en México no pueden simplemente dejarse atrás, aquí todos sienten que le deben algo a los demás: respeto, cariño, amor, felicidad, etc. Cuando de hecho, no es así. Nadie le debe a nadie nada más de lo que se ha ganado, ya sea amor o indiferencia.


Pero eso no lo podemos decir fácilmente en este país, porque como ya dije, el amor incondicional a la familia es algo obligado. Debemos de eliminar esta vivencia, porque lo único que hace es dañarnos y dañar a nuestras familias. Para hacer esto nos debemos de replantear primero quién conforma una familia, y esto puede ser muy diferente de persona a personas. Para algunos, es una pareja sin hijos, para algunos otros es una madre o padre solteros, en algunos casos es un grupo de amigos tan cercanos que se vuelven familia, y para otros, es la familia "tradicional", o sea, la que está conformada por papá, mamá e hijos.



Ya que establecimos esto, debemos de pensar que en realidad, nacemos en una familia, sí, pero que también tenemos derecho a elegir quiénes queremos que formen parte de nuestra familia de manera positiva, y si decidimos que sólo van a ser algunas personas y no todos, o que va a incluir a personas con las que no estás relacionada sanguíneamente, también está bien. Nosotros tenemos el derecho a tener una familia, pero también tenemos el derecho a elegirla.

 
 
 

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©2020 por José María Saavedra Chimal.

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