Los terremotos con bigote
- Jose M. Saavedra Chimal
- 24 jun 2020
- 2 Min. de lectura
Ayer tembló en el centro del país y nos recordó el terremoto de hace 2 años y medio y la manera en que los mexicanos nos unimos para apoyar a los demás. Esa es una característica de los mexicanos, que cuando hay algún desastre en el país, actuamos como comunidad para ver como ayudamos: Juntamos dinero para comprar víveres, formamos brigadas para ir a ayudar y quitar escombros o reconstruir, hacemos despensas o vemos de qué manera ayudamos y es de lo mejor que tenemos; lo malo es que sólo pasa cuando hay desastres y no todo el tiempo. Así como nos unimos para ayudar en estos casos, deberíamos de hacerlo para exigir a nuestros gobernantes, para exigir a nuestros maestros y a nosotros mismos también.

El terremoto de ayer fue de una intensidad más baja que el del '85 o del '17 y trajo menos desgracias, con 10 personas muertas y una perdida material poco importante, y es justamente eso lo que lo distingue de los otros dos. Lo curioso es que en otro año, el terremoto hubiera sido una noticia muy importante, mientras que no lo fue en este caso ¿la razón? Estamos viviendo un año que parece diseñado por Christopher Nolan, nadie sabe qué está pasando (el director de El origen, Tenet, Memento, etc.) o qué es lo que puede pasar. Algo que también ha influido mucho es que ya estamos más acostumbrados a los terremotos, porque ha habido muchos en los últimos años, aunque fueran leves, ya hasta hay memes preestablecidos como "Hay que comernos un bolillo para el susto" y cada vez que pasa, vuelven a salir.
Otra característica muy mexicana es de reírnos y burlarnos de las desgracias: siempre encontramos la manera de hacer las cosas divertidas ¿por qué? Porque es más fácil burlarnos de las cosas que afrontarlas, es un mecanismo de defensa que utilizamos para todo, desde nuestra vida diaria hasta las desgracias que sufrimos colectivamente como país.

Los terremotos que suceden en México han forjado a 2 generaciones, las que los hemos vivido de jóvenes, porque sabemos qué es lo que pasa cuando un desastre que no es culpa de nadie (no, ni siquiera de Calderón) le pega al país y nos obliga a unirnos, lo que me hace pensar que la posibilidad de que los mexicanos nos unamos para ser mejores no es un imposible, sino que puede llegar a pasar si tenemos el propósito indicado.
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